Esfero Tramas

Esfero Tramas
Arte en movimiento

lunes, 19 de noviembre de 2007

Obras de artistas cinéticos argentinos

Artistas representativos del movimiento (3):

Cada artista muestra un estilo particular en el momento de diseñar sus trabajos. Es un movimiento difícil de definir ya que da lugar a obras muy diferentes, haciendo hincapié más que en un estilo en una búsqueda cuasi científica por provocar determinados efectos perceptivos en el espectador. Aúna el racionalismo, el aspecto lúdico, la mecánica y la tecnología posterior a la segunda guerra mundial.
Asimismo la frontera entre el arte cinético y el op art es difusa ya que ambos se centran en el efecto de movimiento, ya sea real o ilusorio. Las obras cinéticas están compuestas de partes móviles que se ponen en movimiento por medio de corrientes de aire o de un mecanismo, jugando también con la luz y con la participación del espectador.

Del espectador se espera su participación activa, modificando la obra mediante sus desplazamientos, o por su intervención al accionar las máquinas o modificar los módulos que la forman.

Son algunos de sus representantes (2):

Vasarely: www.todacultura.com/movimientosartisticos/cinetismo El cinetismo era importante para él por dos razones: una es personal, según dice: "la idea del movimiento me ha perseguido desde mi niñez"; y la otra es la idea más general de que una pintura que vive por medio de efectos ópticos existe esencialmente en el ojo y en la mente del espectador, y no simplemente en la pared. Se completa a sí misma cuando se la mira.
Siente que todas las artes plásticas forman una unidad y que no hay necesidad de dividirlas en categorías fijas, tales como pintura, escultura, gráfica o incluso arquitectura.

S. de Camargo: los relieves y esculturas del brasileño están en el límite del arte cinético, pero ciertamente muy próximos. Usa, para cubrir las superficies de sus obras, pequeñas unidades cilíndricas colocadas al azar e inclinadas de manera que el plano en el extremo del cilindro nunca está orientado frente al espectador. La obra en sí está generalmente pintada de blanco, de manera que cada pieza se convierte en un intrincado juego de reflejos y sombras. Aquí también parece haber un deseo de disolver todo lo sólido, todo lo pesado, en favor de un juego etéreo de luz y color. Distancias, planos y formas se vuelven ambiguos. A pesar de ser físicamente masiva, la obra parece ligera y flotante. Un efecto similar se puede observar en la obra del artista alemán Günther Uecker quien usa púas o clavos para quebrar sus superficies, produciendo así un aspecto diáfano, una superficie que no es verdaderamente una superficie.
A. Calder: podría pensarse que la ingravidez, como parte de la tradición cinética, nos retrotrae hacia un artista de poderosa influencia en el arte de su época, el cual desarrolló un lenguaje musical y natural que no pretendía imitar nada. Exhibió sus móviles por primera vez en los años treinta, incluyendo en sus creaciones la poesía y la alegría. La idea original vino de un divertido y delicado circo de juguete que había construido, pero los móviles en sí, con sus costados brillantemente pintados, conectados por ejes y cables, parecen haber tomado una cantidad de ideas de las pinturas de Miró. Suspendía objetos de distintas formas y colores y los hacía girar y oscilar en el espacio en un delicado equilibrio. Sus hoy célebres “móviles” inventados en 1932, se componen de varillas metálicas y de chapas pintadas que se mantienen en precario equilibrio y que se agitan como las hojas de un árbol al menor soplo de aire.
Bridget Riley: historiadelarte4.blogspot.com. Es probablemente la más brillante de todos los artistas cinéticos que han trabajado en dos dimensiones.
Rechazará ciertamente la sugerencia de que sus pinturas no están destinadas a expresar o comunicar un sentimiento. Su obra está a menudo intrincadamente programada: las formas y su relación recíproca se ajustan a series matemáticas predeterminadas, pero se llega a las progresiones en forma instintiva. La señorita Riley trabajó anteriormente sólo en blanco y negro, pero ahora, habiendo pasado a través de una fase donde los colores se usaron en sordina, ha creado una serie de deslumbrantes cuadros llenos de colorido. Éstos exploran la forma en la que se puede hacer que cada color se vuelque en otro por medios ópticos; o la manera en que la totalidad de la superficie del cuadro pueda trasladarse de lo cálido a lo frío, a través de la progresión de matices.
Francois Morellet de estilo severo. www.imageandart.com/tutoriales/historia_arte/cinetico Su obra más conocida es la Sphére-trames (Esfero-Tramas), una esfera hecha con barras colocadas en ángulos rectos para formar una estructura celular que, por medio de sus múltiples perspectivas, tiene extraños efectos sobre la luz. Una obra afín es el entramado de tubos fluorescentes, que parece disolver la pared detrás de él. Morellet también es un artista cuya obra está relacionada con la de los minimistas de Norteamérica.
J. R. Soto: www.proa.org/exhibicion/soto/biografia.html: venezolano; sus primeras influencias fueron Mondrian y Malevich. A principios de la década del cincuenta hizo pinturas que creaban su efecto por repetición de unidades, dispuestas de manera tal que el ritmo que las unía llegó a parecer más importante al ojo que cualquier parte individual. La pintura era, por lo tanto, no algo completo en sí mismo, sino una parte de un soporte infinitamente grande que el espectador debía imaginar. Soto se interesó luego en efectos de superposición, como lo había hecho Vasarely. Dos modelos hechos sobre láminas de plexiglás fueron montados algo separados y parecían mezclarse en un nuevo espacio que oscilaba entre ambos planos.
Más tarde, Soto empezó una serie de experimentos con pantallas forradas que tienen placas metálicas que se proyectan enfrente de ellas, o varillas metálicas o alambres libremente suspendidos frente a este campo vibratorio.
La vibración tiende, desde el punto de vista óptico, a absorber y disolver los sólidos. A cada instante, a medida que el espectador mueve sus ojos, aparece una nueva ola de actividad óptica. La más intensa de las obras de Soto consiste en grandes mamparas de varillas colgantes, suspendidas a lo largo de una pared, estas capas de varillas parecen disolver todo el costado de una habitación, tomando en cuenta todas las reacciones instintivas del espectador hacia un espacio cerrado.
L. Tomasello: www.macla.laplata.gov.ar/exposiciones/anteriores/2004 sus relieves están relacionados con la obra de Soto, pero usando un principio algo diferente. Fija por un ángulo, sobre una superficie blanca, una serie de cubos huecos. Los mismos son blancos en la parte exterior, pero algo coloreados en la interior, y una de las caras, invisible al espectador, se deja abierta. Por refracción, esto produce efectos trémulos y suaves de luz coloreada sobre el plano que están fijados los cubos.

Le Parc: www.latinartmuseum.com/JULIO_LE_PARC. crea artefactos que pertenecen en parte al laboratorio y en parte a la feria de diversiones. Son experimentos con mecanismos y con la psicología del espectador. Ha utilizado elementos que sorprenden o sugestionan la mirada: espejos, lentes distorsionantes, bolas que ruedan por complicados laberintos, efectos de luz y movimiento a través de dispositivos ocultos. Le Parc es un artista que trasciende a los movimientos del op art, del cinético y del conceptual, haciendo, principalmente, un arte experimental. El espectador se torna colaborador; no es invitado a leer un significado en lo que ve, sino a reaccionar. En este sentido, Le Parc es el equivalente de Johns o Cage en Norteamérica.
Artista- pintor argentino, nacido en Mendoza, en 1928, se inscribe en el denominado arte cinético y óptico, ha tenido la suerte de tener un importante reconocimiento internacional.
En 1958, se instala en París, Francia, tras la obtención de una beca de perfeccionamiento. En 1960, investiga sobre lo visual, el movimiento y los colores, creando junto a otros vanguardistas argentinos y franceses, el GRAV (Groupe de Recherche d´Art Visuel) junto a Horacio Garcia, Hugo Demarco, Francisco García Miranda, Molnar, Sergio Moyano Servanes, François Morellet, Francisco Sobrino, Joël Stein y Yvaral (Jean-Pierre Vasarely), publicando el primer manifiesto en 1961. Su objetivo es luchar contra el arte de minorías, encerrado en galerías de arte y con “figuras del arte” y buscar un arte en estrecho contacto con el público y con un artista más anónimo. Cada manifestación del grupo debía ser “una fiesta colectiva” y muestra de ello fue su jornada “Un día en la calle”, el 19 de Abril de 1956 en París, por cuyos barrios fueron llevando todo tipo de artilugios (un taburete con muelle, un caleidoscopio gigante…) para que el público pudiera interaccionar con ello mientras una cámara de televisión filmaba el acontecimiento. El GRAV se interesó, entre otras cosas, por la relación entre el ojo y el objeto, relación que consideraban base de su trabajo. Para ello utilizaron recursos relacionados con la visión y la percepción.
Contexto en Argentina:

El arte Argentino también sintió la creciente necesidad de experimentar con nuevos materiales y entablar un diálogo dinámico entre la obra y el espectador. La evolución artística argentina no ocurre de manera aislada de las tendencias más innovadoras a nivel internacional, antes bien corre paralela o se anticipa a algunas vanguardias (1).

Alrededor de 1950 algunos artistas denuncian un cambio radical en el campo de las Bellas Artes, rompiendo con la tradición como producto de la tremenda conmoción sufrida por la humanidad en todos los órdenes. Según ellos el arte era el medio indicado para movilizar las conciencias, mediante un uso de la libertad sin condicionamientos. Recurrieron a un manejo particular del espacio y la plástica que incluía el cientismo, revelando una profunda preocupación por enlazar arte y ciencia. La caída del peronismo y la llegada de un nuevo gobierno de facto provocaron nuevas búsquedas creativas, alejando el arte del discurso político.
La década del sesenta se caracteriza por una inusitada expansión de los medios de producción artística, que tiene su correlato en una amplia experimentación y en el desarrollo de formas híbridas.
Esta agitación se da dentro de un circuito artístico pujante propiciando un diálogo fluido entre la Argentina y el mundo participando galerías, museos y otras instituciones artísticas.
Los artistas argentinos buscan producir su obra y relacionarse para desarrollar sus ideas en contextos propicios o más adecuados tanto en el país como en el exterior.
El interés en la ciencia y la tecnología interesó a pintores y escultores logrando llevar a cabo reflexiones sobre la profunda influencia de los desarrollos industriales y tecnológicos en la vida cotidiana, haciéndose evidente tanto en las producciones artísticas como en las discursivas.
Primeramente, hubo un gran número de obras que hicieron uso de nuevos materiales y una tendencia definida hacia el op-art. Posteriormente hubo algunos textos programáticos como el Manifiesto del Arte Generativo (1960), e importantes reflexiones, como el texto inédito de Luís Felipe Noé, El Arte entre la Tecnología y la Rebelión (1968), donde el autor meditaba sobre el impacto de los medios masivos y la tecnología sobre el arte y la sociedad. Paralelamente, muchos artistas investigaron abiertamente con dispositivos mecánicos y electrónicos, luces, máquinas, nuevos materiales, proyecciones fotográficas y cinematográficas, sistemas de sonido, video y computadoras.
En ese año Guillermo Mc Entyre y Miguel Ángel Vidal generaban secuencias ópticas que producían efectos de movimiento, liberando el color y las formas de su contenido simbólico, creando una nueva realidad. Como dice Burrucúa:
“(…) de ahora en más se crearía un consenso creciente en torno a la idea de que el arte argentino había puesto en hora su reloj y que, por primera vez, el impulso creativo de los artistas de Buenos Aires corría paralelo, e incluso por momentos anticipado, al ritmo que sacudía a los grandes centros artísticos” (Burucúa: 1999, 48 y siguientes).

El arte cinético fue una de las corrientes más importantes, por su producción y proyección internacional. En Paris, los argentinos Julio Le Parc y Horacio García Rossi junto a Francisco Sobrino, Francois Molleret, Joël Stein e Yvaral fundaron el GRAV (Groupe de Recherche d’Art Visuel) en 1960. Su trabajo fue acompañado por el de otros artistas argentinos independientes como Gregorio Vardánega, Martha Boto y Hugo Demarco, cuya obra sería considerada un importante punto de referencia para el arte cinético. El GRAV adoptó la producción de “multiplicidad”, en reemplazo de la obra única e individual, e interesados en la creación colectiva y anónima, desarrollaron una variedad de eventos públicos que denominaron Laberintos. Para ellos, el contexto de exhibición y el lugar del espectador eran fundamentales. Esta convicción los llevó a experimentar con efectos ópticos y cinéticos dirigidos al “ojo humano”, denunciando el elitismo del arte tradicional que apela al “ojo cultivado”. A través de la tecnología, el GRAV buscaba una vía hacia la erosión de los límites entre arte y vida.

Acontecimientos que hicieron historia en la Argentina

En la primera mitad del siglo XX comienzan a darse una serie de acontecimientos que cambian el rumbo del arte, proporcionándole una libertad de concepto como nunca tuvo antes. Este cambio radical tuvo su expresión en el fauvismo, el expresionismo, la abstracción, el surrealismo y el cubismo; quienes renuevan los preceptos sobre las artes plásticas, alejando el interés por la descripción del objeto y centrándolo en la búsqueda de quien crea, convirtiéndose en vehículo de ideas, sentimientos, el fluir del inconsciente o la propia gestualidad del autor (6). Documento de estas transformaciones decisivas para la percepción del mundo y de las relaciones entre los seres humanos es la búsqueda por reflejar el movimiento en una obra de arte, generando nuevas tendencias que coinciden con los avances científicos, industriales y tecnológicos. Ésta aspiración se ve cimentada en una nueva concepción de los fines y posibilidades inherentes a la materia, en una constante búsqueda de nuevas formas expresivas.
En líneas generales se trata de una forma de crear que se basa en el movimiento de los elementos que se representan en el lienzo o que se disponen en el espacio. Para ello es significativa la incorporación de novedades técnicas y materiales no convencionales utilizados como elementos en una construcción acorde con la sociedad, con el ritmo acelerado y exacerbado de un arte de acción, donde el artista actúa en relación directa a través de la obra con el espectador y hasta donde éste último logra involucrarse.

Nuestro país no fue ajeno a estas tendencias, las relaciones entre arte y tecnología poseen una extensa historia en el arte argentino. El comienzo de experimentos hacia 1940, fueron los preliminares de las diferentes corrientes que se desarrollaron durante la década de 1960 apareciendo con frecuencia en las obras y reflexiones de los jóvenes artistas, estimulados por un clima político favorable y un diálogo fluido con el circuito artístico internacional. Dispositivos mecánicos y electrónicos, luces, máquinas, nuevos materiales, proyecciones fotográficas y cinematográficas, sistemas de sonido, video y computadoras marcaron la iniciación de los artistas generativos. Pintores como Miguel Angel Vidal, Eduardo Mc. Entyre y Ary Brizzi, quienes utilizan los elementos geométricos como generadores de ritmos. En 1966 se difundió a nivel masivo el arte cinético en Argentina gracias a la obtención del primer premio en la Bienal de Venecia por parte del artista Julio Le Parc. Las obras cinéticas tienen como núcleo investigaciones visuales con el movimiento y la luz, tanto en su carácter real como virtual (4).

El arte cinético experimenta de manera casi científica (casi decimos, porque el interés no es demostrar teorías físico-cinéticas sino realizar obras de arte), trabaja con la luz, tanto de fuentes naturales como artificiales y con el movimiento real de la obra o del espectador al desplazarse ante ella. De aquí lo fundamental de su participación.
La palabra “cinético” fue utilizada, en 1946 por artistas del grupo Madí, creado en Buenos Aires. El Manifiesto Madi declaraba, “Se reconocerá por Arte Madi la organización de los elementos propios de cada arte en su conjunto. En ello está contenida la presencia, la ordenación dinámica móvil… la ludicidad y pluralidad como valores absolutos, quedando por tanto abolida toda injerencia de los fenómenos de expresión, representación y significación”. La búsqueda de un arte de “ordenación dinámica móvil” independiente de “expresión y representación” favoreció la producción de obras con movimiento, no ya representado sino como realidad concreta.
En la revista que lleva el nombre del grupo, en 1948, Kosice, uno de los fundadores y principal organizador de “Madi”, habla de “geometría cinética, nombrando a las diferentes artes como la arquitectura, escultura y pintura cinéticas. En la exposición de escultura que realiza, por ejemplo la escultura articulada Royi de Gyula Kosice, pieza que no sólo permitía una serie de variaciones formales, sino que propicia la participación activa del espectador. Kosice comenzó a producir esculturas con neón en 1946; estas esculturas inician el diálogo específico del arte con la tecnología en el arte argentino. Ese mismo año, Kosice realiza una estructura con tubos fluorescentes, si bien aparentemente lo hace con fines utilitarios.
Las obras cinéticas describen una multiplicidad de características específicas y diferenciales. Encontramos en ellas la presentación del movimiento (real y óptico) y la transformabilidad de la obra.
Según Elena de Bértola,(1973: pag,16/7 ) podemos utilizar una clasificación tripartita de las obras cinéticas:
“obras bi o tridimensionales en movimiento real (proyecciones, máquinas, móviles). El movimiento luminoso está incluido en la categoría “movimiento real”;
“obras bi o tridimensionales “estáticas” con efectos ópticos”;
“obras bi o tridimensionales transformables, obras que solicitan el desplazamiento del espectador y/o la manipulación. En este último caso el espectador es invitado a cambiar la ubicación de los movimientos”.
En consecuencia, existen tres tipos posibles de movimientos: el real, el óptico y el físico del espectador. La transformación implica movimiento, que puede ser de espectador que se desplaza con el propósito de observar efectos cambiantes en la obra, o bien del movimiento implícito en la manipulación, que mediante acción manual cambia la posición de los elementos en la superficie plástica. Podemos agregar otro movimiento de los elementos exteriores como la luz que permite percibir distintas facetas de la obra en cuestión (Bértola E de: 1973)
BIBLIOGRAFÍA

(1) Burucúa, José Emilio: “Nueva Historia Argentina: Arte, Sociedad y Política”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1999

(2) Fraticola, Paola L. recopilación del libro "Movimientos en el Arte desde1945" de Edward Lucie-Smith, fuente: internet

(3) Gombrich, Ernst H.: “La Historia del Arte” Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004

(4) Nun de Negro, Berta y García, Juan Sebastián: “Plástica en el tercer ciclo E.G.B.” Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2006

(5) Popper, Frank en “Enciclopedia del Arte”, Editorial Salvat

(6) Spravkin, Mariana: “Enseñar plástica en la escuela conceptos, supuestos y cuestiones” en Akoschky J. y otros: “Artes y Escuela”, Paidós Argentina, 1999
(7) Varios Autores: “El arte del Siglo XX: 1950-1990”, Tomos 1 y 2, Editorial Salvat, Barcelona 1990
(8) Varios Autores: “Enciclopedia del estudiante”, Tomo 09: Historia del Arte, Editorial Santillana, Buenos Aires, 2006

(9) Varios Autores: “Historia Universal” Clarín, Tomo 17: La guerra fría; Tomo 18: Desarme y nuevo orden mundial, Editorial Sol 90, Barcelona, 2004

(10) Thomas, Karin: “Estilos de las Artes Plásticas en el Siglo XX”, Ediciones del Serbal,
1988